1 jun 2011

Vacante de Empleo: Obligatorio ser mexicano

No son lámparas las que iluminan la ciudad, pareciera que el fuego proveniente de los amantes envueltos en pasión es la sinergia adecuada para “prender” aquella larga avenida.

La diversidad de hoteles no se compara con el sinfín de culturas que transitan por las calles, distintos rasgos, lenguajes, vestimentas, la mayoría reunidas en el mismo punto geográfico guiados hasta ahí por tres aromas irresistibles para los humanos: dinero, alcohol y sexo.

Al terminar su viaje, los verdaderos ganadores del “Jackpot” son los proveedores de estos sustentos banales. Pero son las necesidades básicas aquellas que orillan a realizar el trabajo sucio, el anterior, antes de “sellar el trato”.

Hay prostitutas de todas las nacionalidades, sexos, razas, edades, copas, etc…son vendidas a los turistas como el “producto de casa”, las penurias que no son consumadas en el hogar otorgan excelentes clientes, aún así es necesario un canal de comunicación que deje claro al consumidor donde conseguir la mejor mercancía.


Después de la extenuante jornada matutina, con un rostro cabizbajo, ahora como “vendedores por catálogo”, ahí están, en la banqueta, aglutinados en la avenida, bajo la limitada oscuridad, utilizando playeras de colores vivos, resaltadas por el tono mestizo de su piel; en éstas hay siluetas de una exuberante mujer inclinada hacia abajo, flexionando sólo una pierna, logrando el realce de su trasero, con una densa cabellera larga, en el centro, con tonos más oscuros, figura una serie de números, o simplemente usan la convencional "Girls Direct to you in 20 minutes".


A cada paso hay uno, situados en fila, ejecutando los mismos movimientos, en las dos manos portan un puñado de tarjetas, los golpean en sentido opuesto, formando una cruz y un singular sonido al colisionar. Cuando un turista -sea mujer u hombre, adolescente o adulto, esté con su familia o solo- camina cerca extiende la mano para entregar aquel pedazo de papel.



Algunos evitan tomarlo, como si fuera el medio de contagio de una grave enfermedad, otros las arrebatan como al café y galletas en una conferencia aburrida, las ven, “son repetidas” así que deciden tirarlas.



Un mosaico de papiro se extiende por el concreto, alterado por el viento, por el propio andar de las personas. Kristy, Jamie, Kim están debajo, desnudas, exagerando gestos pues tocan el cielo, hay estrellas en su cuerpo.

Aquellos meseros entregan un menú sumamente descriptivo, pues sólo hablan un lenguaje, todos callan, pero debajo de esos colores eléctricos de sus playeras, tienen su lado animal, una serpiente… devorada por un águila.


Fotografías tomadas de internet.